Todo viaje a México tiene algo de ritornello, de corsi e ricorsi, de mito del eterno retorno. Una amplia generación de intelectuales españoles -y de ciudadanos de a pie- viajaron a ese bella y acogedora tierra, al fin de la guerra civil española (1936-39), en busca de un futuro incierto, con el anhelo de la libertad. En muchos casos lo hicieron para quedarse ahí, para no regresar a su patria nunca jamás. Ese viaje de ida -de huida- sin retorno cambió, de un plumazo, su estatus de ciudadanía. Uno de ellos, el poeta Pedro Garfias, alejándose de Europa, a bordo del Sinaia, camino de Veracruz, lo dijo con belleza y nostalgia: “Con España presente en el recuerdo / con México presente en la esperanza”. Gracias a México, y merced a la generosa inteligencia del Presidente Lázaro Cárdenas (y de un puñado de hombres, igualmente altruistas y benefactores, como Isidro Favela y Gilberto Bosques) esos exiliados no fueron simples “desterrados” sino honrosos “transterrados”. El desterrado es “el que tiene que dejar su patria y pasa a lugar que le es ajeno”, para decirlo con las palabras del maestro Miguel León-Portilla, mientras que el transterrado, concepto acuñado por uno de esos exiliados: el filósofo José Gaos, que designa a “quien, teniendo que salir de su tierra, se establece en otra que le es afín, y en la que llega a sentirse “empatriado””, concepto igualmente debido a Gaos.
- Su badajo pega con fuerza en el metal ancestral dejando escapar el sonido libertario del México independiente
- Quienes escuchan repicar sus tonos sonoros se les “enchina la piel” y se les nublan los ojos de llanto
Por Ricardo FLORESMIRANDA
La Esquila de San José en sus 254 años de vida, su presencia ha sido relevante y significativa en la historia de México. Ha marcado etapas legendarias, difíciles de olvidar; perceptible al tiempo bronco; imperturbable y serena en períodos de paz social.
Su complexión física de 750 kilogramos de peso, distribuida en 1.04 metros de diámetro y 0.72 centímetros de altura, la mantienen con energía y potencia cada vez que vibra al Grito Libertario, como lo hizo aquella madrugada del 16 de septiembre de 1810, cuando el párroco Miguel Hidalgo y Costilla hizo estremecer el badajo en su cuerpo férreo de 11 centímetros de espesor, que al tañer el bronce emitió sus ondas sonoras hasta los oídos de la población convocándolos a reunirse en el atrio de la parroquia de Dolores, para iniciar la “Guerra de Independencia”.
- Don Regino, Doña Borolas, Reginito, Macuca, Fóforito y el perro Wilson recibieron a la prole concebida de la imaginación de Don Gabo, en el callejón del Cuajo
- Cristeta, Boba Licona, Pierre, Floro Tinoco¸ Ruperto Tacuche, Bella Bellota, Susanito Cantarranas, Lucila Ballenato, Briagoberto Memelas, Juanón Teporochas
- Filemón Metralla y Bomba, Dick Epifanio O’Connor y Audrey Petra Chagoya, Avelino Pilongano, Gamucita, Sinfónico Fonseca, Satán Carroña
Por Ricardo FLORESMIRANDA
La Familia Burrón Tacuche, encabezada por por Don Regino Burrón, maestro peluquero y propietario de la peluquería “El Rizo de Oro”, la señora Borolas Tacuche de Burrón, mujer impulsiva y extravagante, y sus hijos Reginito al que llaman de cariño “el Tejocote” y la joven señorita Macuca, convocaron a su parentela, amistades y conocidos a su humilde residencia con el propósito de conmemorar el 12 aniversario luctuoso de Don Gabriel Vargas Bernal, su señor padre creativo, quien cerro sus ojitos el martes 25 de mayo de 2010.
Al “Dulce Hogar” de los Burrón Tacuche, que integran además Fóforito Cantarranas, hijo adoptivo, así como la mascota de la vivienda el fiel perro “Wilson”, inmerso en el ombligo de la capirucha mexicana, llegó la prole concebida de la imaginación de Don Gabo, a quien se le recuerda como todo un caballero, respetuoso y cumplido con su trabajo artístico que mediante sus personajes se convirtió en el cronista de la cotidianidad de la ciudad de México.
Don Regino y doña Borolas, hijos predilectos de Don Gabriel Vargas, fueron los generosos anfitriones del acontecimiento conmemorativo al abrir las puertas de su casa, ubicada en la vecindad del callejón del Cuajo número “Chorrocientos chochenta y chocho”, para recibir a cada uno de los personajes que Don Gabo les dio vida durante unos 60 años en la historieta más popular de México: “Los Burrón”.
- Los años no hacen mella que le impidan caracterizar a sus personajes con pasión y profesionalismo
- Le ha dado vida a Neruda, Picasso, Orozco, Pito Pérez, Cri Cri, Tirano Banderas, Pedro Paramo, Porfirio Diaz
- Personificar a los clásicos Macbeth, Otelo y rey Lear; también a Don Juan Tenorio, Moctezuma II
- Anhela llegar a los 100 años y hacer un Shakespeare, una obra griega, o una obra de teatro clásico español del siglo XVI
Por Ricardo FLORESMIRANDA
Sus pasos son lentos pero firmes, no trastabilla. Camina con la seguridad que le dan los años de experiencia sobre el espacio escénico. Su cuerpo, aunque encorvado y empequeñecido por el peso del tiempo, se enaltece a través de sus movimientos y expresiones corporales, lo que lo hace grande ante el universo teatral.
Su voz, es sonora. No ha perdido modulación ni fuerza gutural, se escucha vibrante y armoniosa. Vibra en el escenario, zarandea el recinto teatral y conmueve al auditorio expectante al escuchar con claridad sus parlamentos.
Sus 97 años no hacen mella en su desempeño actoral, tanto que hasta en cuatro puestas teatrales lo hemos visto actuar antes de las restricciones del COVID-19, sin menoscabo físico alguno que le impida caracterizar a sus personajes con pasión y profesionalismo como lo ha venido haciendo desde hace 73 años cuando se inició en el ámbito de la actuación, Don Ignacio López Tarso.
- Desde el Siglo XIX sus novelas no han dejado de leerse; algunas adaptadas al cine
- Miguel Strogoff, Viaje a la Luna, La isla misteriosa, La vuelta al mundo en 80 días
- 151 años cumple la novela 20 mil leguas de viaje submarino. Apareció en 1870
- Para celebrar el evento se realiza una nueva edición de este clásico de la literatura mundial
Por Ricardo FLORESMIRANDA
Ha pasado más de un siglo y medio y las novelas de aventuras, futurismo y ciencia ficción de Julio Gabriel Verne siguen vigentes y en la predilección literaria de infinidad de lectores de los cinco continentes del mundo, que adentrados en el contenido de cada obra, viven las andanzas, peligros, incidencias y ocurrencias de los personajes del autor francés, que incursionan en las profundad de los océanos, irrumpe en el centro de la tierra y conquista el satélite natural del globo terráqueo.
Generaciones de niños, jóvenes y adultos, mujeres y hombres, de los últimos 30 años del siglo XIX, de todo el siglo XX y de las dos décadas que van del XXI, leyeron, releyeron y nuevos lectores han sido atraídos al mundo fascinante y fantástico de las novelas más famosas de Julio Verne, como son Cinco Semanas en Globo, aparecida en 1863; Viaje al Centro de la Tierra publicada en 1864; De la Tierra a la Luna editada en 1865; 20.000 Leguas de Viaje Submarino surgida en 1870; La Vuelta al Mundo en 80 Días impresa en 1872; y, La Isla Misteriosa publicada en 1874.
Otras novelas de Julio Verne, más de 50 obras en su acervo literario, no tan célebres como las seis referidas, pero no por ello ignoradas o desconocidas, también han sido de la predilección de chicos y grandes en el transcurso de los últimos ciento cincuenta años.
Miguel Polaino-Orts
“Cuán bella fue la vida y cuán inútil”
Luis Cernuda
En 2003, como colofón de los fastos del centenario de su natalicio, apareció en las publicaciones de la Residencia de Estudiantes un amplio volumen con el epistolario de Luis Cernuda, compilado y anotado por James Valender y, al año siguiente, vería la luz el hermoso tomo 100 años de Luis Cernuda, a cargo de Nuria Martínez de Castilla y del mismo Valender, que recoge las actas del congreso celebrado en mayo del 2002 en la Residencia de Estudiantes de Madrid y en el Paraninfo de la Universidad hispalense. Las dos ediciones son estimables, por los estudiosos que en ellas colaboran y por la figura estudiada, pero quizá sea la primera de ellas la que aporta sorpresa más iluminadora por transitar por los recónditos caminos de la privacidad. Si toda carta constituye un valioso documento biográfico y personal, en el caso de Cernuda la relevancia adquiera aun mayor dimensión, a la vista del carácter hermético y retraído, esquivo y huidor del poeta sevillano.
Dr. Miguel Polaino-Orts
Universidad de Sevilla
“Hoy el suelo de Méjico es más rico, más pobre el cielo de Sevilla”
Aquilino Duque
Visito México año tras año y ya van camino de veinte. Dos andaluces me enseñaron, al cabo de los años idos, con su ejemplo, y aun sin pretenderlo, a amar esa tierra. Sus nombres: Emilio Prados y Luis Cernuda. Los dos andaluces (malagueño uno, sevillano el otro) y los dos transterrados hasta el final de sus vidas a tierras aztecas, luego de un periplo azaroso, dramático y heridor. Sus restos yacen, hace más de medio siglo, en el Panteón Jardín de la Ciudad de México, al noroeste de la ciudad. Emilio Prados abandona su Málaga natal en 1914 y estudia como internado en la Residencia de Estudiantes, de Madrid. Allí conoce -adolescente aun- a Juan Ramón Jiménez, que tanto había de influir a los poetas de su generación. Enfermo del pulmón, reside en Suiza un año, a comienzos de los 20, en el sanatorio Davosplatz, en la ciudad de Davos (donde transcurre La montaña mágica, de Thomas Mann).